Tests, anticuerpOs e inmunidad

Que los tests de PCR son complicados de hacer y que son tan simples que se pueden hacer arriba de un barco; que los que se hacen en Rivera son de un tipo y los de Santana do Livramento de otro; que unos sirven para saber si alguien estuvo contagiado en el pasado y otros si lo está al momento de ser testeado. En este artículo intentaremos aclarar estas y otras ideas sobre los tests.

por Álvaro Díaz

29 de julio

con la colaboración de Mariángeles Kovacs, Gustavo Salinas, Caterina Rufo, Silvina Rossi y Geraldine Rimsky,

investigadores de la UdelaR y/o del Instituto Pasteur de Montevideo.

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Los tests de PCR son los de referencia en Uruguay y en el mundo. Son los mejores que hay disponibles, pero requieren equipos especiales que sólo hay en algunos laboratorios. Hay otros tests similares, más nuevos, como el LAMP, que requieren equipos más simples pero aún no han sido tan probados como el PCR. Seguramente en el corto plazo se vuelvan útiles en ciertas circunstancias como, por ejemplo, en las aduanas.

Estos tests indican si alguien ha desarrollado anticuerpos contra el virus, pero no dan información segura acerca de cuándo se desarrollaron estos anticuerpos (es decir, cuándo estuvo -o si está- infectada la persona). Son útiles en varias situaciones, como para obtener información epidemiológica sobre la cantidad de personas que estuvieron contagiadas en algún momento, pero no lo son tanto a la hora de contener un foco de contagio. Estos tests son los que se usaban en Santana do Livramento, la ciudad brasileña “gemela” de Rivera.

Como suele suceder en biología, los resultados de estos tests son más complicados de interpretar de lo que querríamos. Alguna gente da positivo en los tests de anticuerpos y negativo en el test de PCR, la mayoría de la gente genera anticuerpos pero no sabemos si esto equivale a inmunidad, etc. Hay varios aspectos a tener en cuenta, algunos que entendemos y otros que la ciencia continúa investigando.

Tests de PCR y relacionados

¿El test de PCR es infalible? ¿Cuánto tiempo lleva? ¿Existe algún otro test que pueda aplicarse para detectar personas infectadas antes de que aborden un medio de transporte, o entren a un restaurante o a una escuela?


El método de diagnóstico más generalizado, y en base a cuyos resultados el SINAE informa todos los días los números de casos en Uruguay, es el diagnóstico por PCR, que detecta la presencia de material genético viral, y comienza por un hisopado. La realización de este test lleva aproximadamente 2 horas y requiere de un laboratorio y de personal entrenado. Los datos de casos a nivel nacional se reportan cada 24 horas porque se juntan los hisopados de muchas personas antes de comenzar el procesamiento de las muestras, y porque, además, los resultados obtenidos son examinados por personas con experiencia antes de ser comunicados (y a veces hay que repetir los ensayos para aquellas muestras que dieron resultados que generan dudas). Es posible acortar algunos pasos llevando el proceso entero a hora y media, que es lo que Buquebús y ATGen anunciaron que harían para el control de los pasajeros de la empresa naviera antes del embarque.

El diagnóstico por PCR, ¿detecta a todos los que tienen la infección? Pues no. Ningún método de diagnóstico es perfecto. En el caso del PCR, una variación importante en la calidad del resultado viene dada por la calidad del hisopado, que depende mucho de quién lo haga. Es por eso que a las personas que tienen síntomas claros de COVID-19 y dan negativo en un primer test de PCR se les suele repetir el test y, habitualmente, dan positivo en una segunda o tercera instancia. Se estima que el test de PCR detecta a un 75% de las personas que están en la primera semana de infección, y que el porcentaje de detección es aún menor en las siguientes semanas. Esto se debe a que en la mayoría de los casos, la cantidad de virus y la cantidad de células infectadas disminuye a medida que pasa el tiempo.

Alguien que da positivo por PCR, ¿necesariamente puede contagiar la infección? Generalmente sí, aunque no siempre. El ser positivo por PCR implica que esa persona probablemente puede contagiar y, por lo tanto, debe aislarse. Pero, en honor a la verdad, es posible que haya material genético viral pero no necesariamente virus capaces de infectar. De hecho, en estudios detallados se han visto casos de personas que siguen dando positivo por PCR pasados 15, 30 o incluso más días desde la aparición de los primeros síntomas, pero de cuyos hisopados no es posible aislar virus capaces de infectar células en cultivo. El futbolista uruguayo Martín Cáceres dio positivo en el test de PCR durante casi 60 días (!!!), pero esto no significa que pudo contagiar durante todo ese tiempo.


¿Cómo funciona el test de PCR?

¿En qué se basa este test? ¿Qué significa concretamente “detectar material genético viral”? PCR corresponde a la sigla en inglés para “Reacción en Cadena de la Polimerasa”. Es un método conocido desde 1985, que tiene infinitas aplicaciones, mucho más allá del coronavirus. Lo que logra la PCR es copiar muchas veces (conocido como “amplificar”) una cierta secuencia de ADN en un pequeño tubo de ensayo. Esta secuencia puede ser, por ejemplo, una que da la “seña de identidad del coronavirus”. Esto permite detectar y reconocer al virus aún si se encuentra en muy pequeña cantidad.

El proceso de copiado de ADN es exponencial: de una molécula se forman 2, de estas 2 se forman 4, de estas 4 se forman 8, y así sucesivamente. El método requiere de un aparato que hace alternar la temperatura de los tubos de ensayo entre una temperatura alta (unos 95 grados), una “baja” (unos 68 grados), y una intermedia (72 grados). También precisa, entre otras cosas, una polimerasa, que es la proteína que usan todas las células vivientes para copiar su ADN.

El diagnóstico del COVID-19 por PCR se basa en amplificar muchísimo ciertas secuencias del genoma del coronavirus. Cuando una persona está infectada, las secuencias de ADN viral se encuentran en las células del tejido mucoso de la parte de atrás de la garganta y nariz, que se “levantan” con el hisopado. Ahora, el genoma del coronavirus no es de ADN, sino de una molécula relacionada, llamada ARN. Entonces, el diagnóstico por PCR tiene un paso, anterior a la amplificación, en el cual el ARN viral es “copiado” a las secuencias correspondientes de ADN. Antes aún de este paso, hay otro en el que se purifica el ARN viral a partir de la mezcla de moléculas que se obtiene en el hisopado.

Etapas de la técnica PCR. Más correctamente, la técnica se llama “RT-PCR”, donde “RT” hace referencia al paso inicial en el cual las secuencias de ARN se copian a secuencias de ADN (RT viene de "Reverse Transcription").

En resumen, los pasos para obtener un diagnóstico por PCR son los siguientes: primero, se “levantan” células en las que se puede alojar el coronavirus mediante el hisopado. Luego, se purifica el ARN, y seguidamente se sintetiza el ADN con secuencia correspondiente a la del ARN viral, para finalmente amplificar este ADN mediante la PCR y, al mismo tiempo, medirlo empleando fluorescencia.

Ejemplo de equipo de PCR de tipo cuantitativo, similar a los que se usan en el diagnóstico de coronavirus.

El método LAMP: más simple pero menos probado.

El test de PCR no es el único método de diagnóstico que detecta genoma viral. La técnica de LAMP está en pleno desarrollo y sus primeras versiones comienzan a ser utilizadas a nivel mundial. Esta técnica puede resultar especialmente útil en puntos de control (por ejemplo, fronteras) y otros lugares que no cuentan con el equipamiento requerido para hacer tests de PCR.

El nombre “LAMP” corresponde a la sigla en inglés para “amplificación isotérmica mediada por bucle”. Sin entrar en detalles, es algo parecido a la PCR, pero que funciona a una única temperatura. Esto permite sustituir el sofisticado aparato de PCR (el que controla la temperatura) por un modesto baño de agua con un termostato que lo mantiene a 65 grados. Además, cierta variante de esta técnica permite obtener una respuesta “sí-no” con solamente observar el color del líquido en el tubo. Así, esta variante de la técnica de LAMP puede funcionar en un laboratorio “mínimo”, que se puede montar en casi cualquier lugar en donde haya energía eléctrica y poco más. Además, sus tiempos son similares o incluso menores a los de la PCR, y sus costos también son menores.

Si bien ya existen en varios países tests comerciales de este tipo, se trata de una técnica muy nueva, que casi no ha sido probada fuera de los laboratorios en los que se desarrolla. De todos modos, es tan rápido el desarrollo que está teniendo esta tecnología que es muy probable que en pocos meses haya tests de LAMP “de segunda generación” que permitan detectar en forma confiable a personas infectadas sin necesidad de contar con un laboratorio. Todo indica que los tests de PCR y de LAMP van a ser complementarios: los de PCR van a seguir siendo la referencia y los de LAMP van a permitir el diagnóstico en puntos de control (algo similar a lo que sucede con los tests de embarazo en sangre y los tests que se realizan en casa en base a una muestra de orina). Actualmente en Uruguay se está trabajando en el desarrollo de tests de LAMP en el Instituto Pasteur y UdelaR así como en el Instituto Clemente Estable (IIBCE).

Ejemplo de resultado de un test de LAMP. El color amarillo indica resultado positivo, y el rosado, negativo. Tomado de www.genengnews.com/news/lamp-lights-up-covid-19-testing/

Algo importante en relación tanto a PCR como a LAMP es la especificidad: si bien pueden pasar sin detección casos positivos que tienen poca carga viral, es difícil que haya falsos positivos (es decir, casos en los que el test da positivo cuando en realidad la persona no tiene el virus). En otras palabras, las personas que dan positivo a alguno de estos tests casi siempre tienen realmente el virus en su organismo.

Tanto los tests de PCR como los de LAMP se pueden aplicar a hisopados pero también se pueden aplicar a muestras de saliva, ya que en las personas infectadas también hay material genético viral en la saliva. La saliva tiene la gran ventaja de ser una muestra muy fácil de obtener: en comparación con el hisopado, se necesita muy poco entrenamiento y pocas medidas de seguridad para tomar una muestra de saliva. Así, la combinación de muestra de saliva y diagnóstico por LAMP con detección por color sería ideal para, por ejemplo, controlar el ingreso de turistas en los puntos de frontera. Por otro lado, la carga de material viral en la saliva es menor que en el hisopado, o sea que midiendo en saliva es más probable que se “escapen” de la detección personas infectadas que tienen niveles bajos del virus y, por lo tanto, menor capacidad de contagio.

En este momento en Uruguay el hisopado como fuente de material viral y el test de PCR como técnica siguen siendo las herramientas clave de diagnóstico.

Un poco de historia:

Las polimerasas que hay en nuestro cuerpo o en los de otros mamíferos actúan a temperaturas menores a 40 grados, pero para que ocurra la reacción en cadena del PCR se necesitan polimerasas que “trabajen” a 72 grados y que además resistan sin ser destruidas a los 95 grados antes mencionados. Este problema complicó el desarrollo de la PCR, hasta que a Kary Mullis, Premio Nobel de Química en el año 1993, se le ocurrió aprovechar las de microorganismos que viven en lugares con altas temperaturas. Así llegó a la bacteria Thermophilus aquaticus, que había sido descubierta 20 años antes en manantiales de agua caliente en el Parque Nacional de Yellowstone, y registrada en el Museo Smithsonian. Es la polimerasa de esa bacteria la que más comúnmente se utiliza en la PCR.

Tests serológicos

Los tests que detectan la presencia de anticuerpos y sirven para saber si uno ya tuvo coronavirus.


Como se explicó antes, los tests que detectan material viral suelen dar negativo pasadas dos semanas o más de infección. Ahora, ¿es posible saber si una persona estuvo infectada semanas o incluso meses atrás? Sí, y para esto son útiles los tests serológicos, también llamados tests de anticuerpos.

Los anticuerpos son proteínas que circulan en la sangre, y que se unen a agentes patógenos (como virus o bacterias) y ayudan a eliminarlos. En nuestra sangre tenemos anticuerpos contra diferentes agentes patógenos con los que hemos tenido experiencia, ya sea porque nos infectamos con ellos o porque nos vacunamos contra ellos. Frente a una infección, el sistema inmunológico tarda un poco en generar anticuerpos: en el caso del coronavirus SARS-CoV-2, recién durante la segunda semana (tomando como referencia la aparición de los primeros síntomas, cuando los hay) se detectan anticuerpos. Los niveles máximos de anticuerpos específicos se alcanzan en la tercera o cuarta semana. Esto hace que los tests de anticuerpos sean poco útiles para detectar a personas infectadas en el período en que son contagiosas que, en general, es unos días antes y durante la primera semana.

Cuando tuvimos el brote de casos en Rivera, se hablaba de que los tests que se hacían del lado brasilero, en Santana do Livramento, eran distintos a los que se usaban en Uruguay. En efecto, los tests que usaban en la ciudad brasilera eran precisamente estos, los tests de anticuerpos, que son bastante más baratos que los tests de PCR que usamos en Uruguay. Como explicamos anteriormente, los tests de anticuerpos nos son tan útiles para controlar una epidemia, y es por eso que los test de PCR uruguayos terminaron siendo usados a ambos lados de la frontera.

Más allá de lo anterior, como los anticuerpos contra el virus se mantienen durante meses luego de la infección (y probablemente durante algunos años), el medir anticuerpos es muy bueno para saber qué personas estuvieron infectadas. Esto es útil si se quiere seguir la red de contagios caso a caso y es necesario ir “hacia atrás en el tiempo” en esta red, es decir, detectar individuos en la cadena de contagios que tuvieron la infección hace dos, tres o más semanas, y, por lo tanto, probablemente ya den negativo a los tests de PCR. También es útil para saber, con una aproximación razonable, qué proporción de una población (país, ciudad, barrio, lugar de trabajo, centro de salud) ya pasó por la infección y, por lo tanto, para mejorar la precisión de las predicciones epidemiológicas. Este tipo de relevamiento se está haciendo en los países que han tenido fuerte incidencia del COVID-19. En contraste, en Uruguay la incidencia de la pandemia es por ahora tan baja que sería muy difícil medir en forma precisa la proporción de gente que tuvo la infección a nivel de todo el país. Sin embargo, es posible que este tipo de relevamientos por anticuerpos sea útil en ciudades o centros de salud uruguayos en los que se han presentado focos de contagio.


¿Cómo funcionan los tests serológicos?

La técnica más usada para esto se llama ELISA. Si bien necesita de un laboratorio, es bastante sencilla de hacer, y mucho más barata que la PCR (lo cual seguramente explica por qué en Santana do Livramento hacían tests de anticuerpos en lugar de hacer tests de PCR). En la versión más sencilla de ELISA, se comienza por pegar una proteína del virus al fondo y a las paredes de unos “pocillos” de una “placa” hecha de un plástico especial; cada pocillo es como un pequeño tubo de ensayo (de menos de medio centímetro de altura y de diámetro). La placa está formada por todos los pocillos unidos uno al lado de otro (como una provolonera). Luego se coloca en un pocillo el suero de una persona (o sea, el líquido que queda luego de que la sangre coagula; de suero viene la palabra “serológicos”). En otros pocillos se colocan muestras de suero de otras personas. Los anticuerpos que están en las muestras de suero y que son específicos contra la proteína del virus se pegan a la proteína del virus que, a su vez, está pegada al plástico. Luego se vuelca el líquido que hay en la placa, y los pocillos se lavan con agua y un detergente suave, de forma de descartar otros anticuerpos que había en los sueros y dejando los que son específicos contra la proteína del virus, que estaban pegados a los pocillos. Luego, en otro paso, se detectan anticuerpos pegados a los pocillos por un método que termina dando un color. Los pocillos en los que se observa color son los que tuvieron adentro sueros de personas que tenían anticuerpos contra el virus. La técnica ELISA no es larga tampoco: lleva unas 2 horas. En general, se analizan en conjunto muestras de unas 40 personas, que son las que se pueden analizar en una misma placa.

Etapas de la técnica ELISA. Entre las etapas 4 y 5 esquematizadas, también hay un paso de lavado, similar al indicado entre los pasos 2 y 3.

De los 96 pocillos que hay en una placa, unos 80 se emplean para ensayar los sueros de las personas a diagnosticar (cada uno repetido en 2 pocillos, para mayor seguridad), y los restantes sirven para lo que se llama “controles”, o sea, muestras de las que previamente se sabe si tienen que dar color o no. Los sueros de las personas se obtienen casi siempre a partir de sangre extraída de la vena. Con variantes muy pequeñas, la técnica de ELISA permite conocer qué niveles de anticuerpos tiene cada persona, es decir, tener datos cuantitativos. Esto es útil para ayudar a entender cómo y hasta qué punto los anticuerpos nos protegen de la infección. Sobre esto hablaremos en la siguiente sección.

Placa de 96 pocillos utilizada más frecuentemente para la técnica de ELISA. Se observa el desarrollo de diferentes niveles de color en diferentes pocillos.

También hay técnicas de medida de anticuerpos que no precisan de un laboratorio. Estas técnicas se basan en “tiras reactivas” parecidas a las de los tests de embarazo, con la diferencia de que la muestra, en lugar de ser de orina, es una gota de sangre tomada del dedo usando una lanceta, como se hace para los análisis de glucosa que necesitan los diabéticos. Estas técnicas son casi inmediatas y se pueden aplicar en cualquier lugar. Como desventaja, suelen tener menor sensibilidad que las técnicas ELISA, y además dan respuestas del tipo sí-no, en lugar de datos cuantitativos.

Nuevo test de anticuerpos desarrollados en Uruguay

El kit de ELISA para la detección de anticuerpos contra el coronavirus desarrollado en Uruguay fue producto de una colaboración entre la UdelaR, el Instituto Pasteur, y la empresa ATGen, con el apoyo económico de la ANII. En la etapa inicial del desarrollo, en la Udelar y el Instituto Pasteur trabajaron unos 50 investigadores que usualmente no investigan sobre coronavirus, y se juntaron a raíz del contexto de la emergencia.

El kit fue presentado oficialmente el día 28 de julio. En la evaluación que hizo el grupo que lo desarrolló, el kit uruguayo tuvo una performance ligeramente mejor que un kit comercial desarrollado en Alemania y aprobado por la agencia reguladora de medicamentos y alimentos de Estados Unidos (FDA). El kit está disponible para uso gubernamental; además, la empresa está ofreciendo el servicio de diagnóstico (pago) a particulares que tengan interés

¿Qué implica tener anticuerpos contra el virus?

Frente a un resultado positivo en un test serológico, algunas personas podrían alarmarse y otras alegrarse: la realidad es más compleja.


Si alguien se hace un test de anticuerpos y da positivo, ¿qué quiere decir? ¿Que tiene que aislarse para evitar contagiar a otras personas o, por el contrario, que puede prescindir del tapabocas y de la distancia social porque es inmune? Empezando por la primera pregunta, la presencia de anticuerpos puede indicar tanto que la persona está cursando la infección como que ya la cursó. Por lo tanto, si da positivo en un test de anticuerpos, podría estar en el período contagioso o (más probablemente) podría ya no estar en dicho período. Para descartar la posibilidad de ser contagiosa, la persona podría hacerse un test de PCR y, en caso de dar negativo, concluir que, con alta probabilidad, ya pasó por la infección y, por lo tanto, no es contagiosa. Volvemos entonces a la segunda pregunta: si alguien tiene anticuerpos y da negativo por PCR, ¿está inmunizado, o sea, está protegido contra una re-infección con COVID-19? La respuesta corta a esta pregunta es que no: no es seguro que esté protegido.

Por un lado, alguien podría tener anticuerpos que son detectados por el test, pero que se pegan a partes incorrectas del virus, es decir, a partes que no limitan el funcionamiento del virus (sólo los anticuerpos que se pegan a ciertos recovecos de los “pinchos” de la corona del virus logran evitar que el virus entre en las células). Por otro lado, por más que se apliquen ensayos más elaborados, que miden la presencia de anticuerpos que efectivamente bloquean la capacidad del virus de infectar células, aún no se sabe qué cantidad de anticuerpos medidos de esta forma hay que tener para evitar una re-infección.

Más allá de todas estas lagunas, por analogía con otras infecciones virales, es bastante probable que las personas que tienen niveles medibles de anticuerpos en sangre estén efectivamente protegidas contra una re-infección (siempre que el virus no cambie en forma importante por mutación, cosa que aún no ha ocurrido). Igualmente, con el nivel de incertidumbre que hay, lo recomendado al día de hoy es mantener el uso del tapabocas, la distancia social, y el lavado de manos asiduo, aunque uno sepa que tiene anticuerpos contra el virus. Ahora, si tomamos como cierto que tener anticuerpos medibles en sangre indica inmunidad, esa inmunidad basada en los anticuerpos ¿durará por toda la vida? Probablemente no: los niveles de anticuerpos contra el coronavirus van cayendo a lo largo de algunos meses o años luego de la infección. Además, existe la posibilidad de que el virus mute lo suficiente como para que esos anticuerpos ya no protejan tan bien.

Hay otra pregunta que nos quedó por el camino: si una persona pasa por la infección de COVID-19, ¿necesariamente genera anticuerpos contra el virus en cantidad suficiente para ser detectados por ELISA o ensayos similares? La respuesta es que no: no todas las personas que tuvieron la infección (o sea, que dieron positivo por PCR en algún momento) generan niveles detectables de anticuerpos en sangre. Esto parece ser más común entre quienes cursaron la infección sin tener síntomas, o teniendo solo síntomas leves. Y quienes no desarrollan buenos niveles de anticuerpos en sangre, ¿pueden volver a infectarse? ¿Y qué hay de quienes en un momento tuvieron niveles altos de anticuerpos pero, pasados algunos años, los perdieron? Debido al poco tiempo que hace que convivimos con el COVID-19 (¡aunque no parezca!), no ha sido posible aún obtener respuestas a estas preguntas. De todos modos, sí sabemos que los anticuerpos medibles en la sangre no son para nada el único mecanismo de inmunidad. También existen anticuerpos en las secreciones de las superficies mucosas del cuerpo, que son más difíciles de medir que los anticuerpos en sangre, pero no por ello menos importantes para combatir infecciones respiratorias como esta. Están también los mecanismos de eliminación de células infectadas por el virus que no dependen de los anticuerpos, y las células “de memoria”, capaces de empezar nuevamente la producción de anticuerpos contra el virus (o de iniciar otros mecanismos inmunes) cuando éste vuelve a infectar. La medida de estos parámetros sugiere que es probable que una alta proporción de las personas que pasaron por la infección y no desarrollaron buenos niveles de anticuerpos detectables en sangre, o los desarrollaron pero luego los perdieron, en caso de reinfectarse cursarán infecciones leves, y tendrán poca capacidad de contagiar a otros. El medir los niveles de anticuerpos en sangre en personas que pasaron por la infección, en varios puntos a lo largo del tiempo, y luego hacer seguimiento sobre quién se re-infecta y quién no, nos va a acercar a tener respuestas a estas preguntas. Por ahora, sólo podemos especular y decir que es probable que la gran mayoría de las personas que pasaron por una infección de SARS-CoV-2 estén protegidas, durante un año al menos, de re-infectarse en forma severa y, durante algunos meses al menos, de re-infectarse en general.